Inicialmente, nos encontramos un piso de 80 metros que se distribuía en salón, cocina, baño, tres dormitorios y una terraza a patio interior. Lo que condicionaba la vivienda era su largo pasillo que no permitía que la luz alcanzara la pieza principal. Era una casa oscura. El salón tenía que cobrar vida y relevancia, ser el espacio central luminoso y vital que merecía. Con esa clave, en la reforma, tiramos los tabiques del pasillo y dotamos de acceso directo del salón a la cocina gracias a una puerta metálica-vidriera. De este modo, la luz de la cocina incide también en el salón y la estancia no sólo adquiere nuevas dimensiones sino que multiplica la sensación de amplitud al acceder a ella. El proyecto da como resultado una cocina funcional, más o menos integrada en el corazón de la casa a voluntad del usuario. Incluye asimismo la renovación completa del baño y de las instalaciones de calefacción, electricidad y fontanería